Publicado el 29-08-2023 en UCC

“En Nicaragua hay persecución a la Iglesia"

José María Tojeira S.J., víctima de violencia política en El Salvador décadas atrás, encuentra similitudes entre aquella dictadura y el régimen que ahora confiscó la UCA Nicaragua.

En una larga entrevista con la BBC, el sacerdote José María Tojeira S.J., designado vocero de la Compañía de Jesús para explicar lo que está ocurriendo en Nicaragua, dijo que en ese país “la persecución a la Iglesia es evidente”.

Como hemos publicado en nuestras redes sociales, en las últimas semanas, el Gobierno de Nicaragua, que preside el exrevolucionario sandinista Daniel Ortega, denunció a la Universidad Centroamericana (UCA Nicaragua) por supuesto “terrorismo”; la Justicia, afín al régimen, ordenó la confiscación de la Universidad y también de una casa donde vivían profesores jesuitas; le cambiaron el nombre a la UCA y cancelaron una de las personerías jurídicas que tiene la Compañía de Jesús en ese país.

El padre Tojeira S.J. tiene experiencia en trabajar en contextos y condiciones de violencia extrema. En 1989 era el superior provincial de los jesuitas en Centroamérica cuando, a 40 metros de donde él descansaba, militares de la dictadura salvadoreña de entonces asesinaron a balazos a seis jesuitas y a dos mujeres laicas en la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador; un episodio que tuvo repercusión mundial.

Desde entonces, Tojeira reclamó y luchó para que se hiciera justicia por aquella matanza, por la que, en 2020, en España, fue condenado un coronel salvadoreño retirado, y continúa abierta una investigación sobre los autores intelectuales.

Ahora, al tanto de lo que ocurre en Nicaragua, Tojeira observa similitudes entre lo que hace el régimen de Daniel Ortega y lo que hizo la dictadura salvadoreña en 1989, aunque sus signos ideológicos sean opuestos y los contextos diferentes.

Cuando el periodista de la BBC le preguntó al padre Tojeira si las acciones contra la Compañía de Jesús apuntan también al papa Francisco, respondió: “La relación entre el gobierno de Ortega y el Papa no es buena. Lo podemos ver en declaraciones de ambas partes: el señor Ortega llamando al Papa ‘dictador’ y el Papa diciendo que hay algo en la mente de Ortega que se parece un poquitín a los nazis. Por otro lado, la persecución a la Iglesia es evidente. Ortega expulsó al nuncio apostólico y amenazó con romper relaciones diplomáticas con el Vaticano. Este señor no resiste a responder a cualquier crítica que le hagan, por bien intencionada que sea. El Papa, con toda razón, estaba preocupado por la prisión totalmente arbitraria del obispo nicaragüense Rolando Álvarez. Es una prueba evidente de la persecución a la iglesia, es normal que el Papa se quejara. Las respuestas de Ortega han sido desaforadas e hicieron llegar al Papa a unas conclusiones bastante lógicas: que algo funciona mal en el cerebro a este dictador centroamericano”.

A continuación, transcribimos algunas de las preguntas y respuestas de la entrevista realizada por el periodista Gerardo Lissardy a padre Tojeira, publicada por la BBC:

¿Qué significó la confiscación de la Universidad Centroamericana de Nicaragua para los jesuitas?

En esa universidad llevábamos más de 60 años trabajando. Ha significado mucho esfuerzo de jesuitas, laicos y personas interesadas en mejorar la cultura. Los grandes poetas más contemporáneos de Nicaragua nacieron vinculados a la UCA, dentro de la gran tradición poética que hay en el país a partir de Rubén Darío. Es una universidad que ha producido conocimiento y creado cultura, muy abierta a la responsabilidad social. Quitarla así de repente nos parece profundamente injusto. Nos duele sobre todo porque creemos que le hacen daño a Nicaragua.

¿Qué implica la decisión del gobierno de Nicaragua de cancelar la orden de los jesuitas en el país y confiscar sus bienes?

No han cancelado totalmente la orden. Es decir, han cancelado una de las varias personerías jurídicas que tiene nuestra orden, que acuerpaba dos inmuebles: uno donde vivían los jesuitas que trabajaban en la UCA y una casa para becados que no tenían dónde quedarse. Esa persona jurídica también se utilizaba para traspasar dinero de la curia provincial a Nicaragua para atender a jesuitas ancianos en la enfermería. Hemos tenido que sacar ya algunos enfermos de Nicaragua porque no podíamos darle la atención adecuada allí. Esto entra en los ataques sistemáticos a la iglesia y a aquellos sectores de iglesia que se han expresado críticamente sobre el gobierno sandinista.

¿Entonces esto no implica el cierre de operaciones de la Compañía de Jesús y con las otras personerías jurídicas pueden seguir operando por ejemplo los colegios jesuitas en Nicaragua?

Exactamente. Tenemos dos colegios en Nicaragua: Centroamérica y Loyola. Cada uno tiene su propia personería jurídica. Entonces los jesuitas siguen trabajando allí. Lo mismo pasa con Fe y Alegría, una cadena de escuelas y bachilleratos populares que generalmente se construyen en barrios marginales y zonas rurales empobrecidas. Tiene como unas 20 escuelas e institutos que siguen trabajando normalmente.

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¿Hasta qué punto los jesuitas están dispuestos a permanecer en Nicaragua en este contexto?

La decisión nuestra es permanecer en Nicaragua, salvo que nos expulsen. Hasta ahora no ha habido una orden de expulsión. Creemos que tenemos a nivel popular una demanda fuerte de apoyo, evangelización, educación y ayuda en lo que podamos hacer. Y vamos a seguir.

El argumento del ministerio de Gobernación de Ortega para cancelar la personería jurídica el miércoles fue que la Compañía de Jesús en Nicaragua no informó sobre sus estados financieros de los últimos tres años. ¿Qué responden?

Eso de entrada nos da siempre un poco de risa, porque era algo que ya preveíamos. Todos los años vamos puntualmente a presentar la información que hay que presentar. Pero, en el caso de esta personería jurídica, se negaban sistemáticamente a recibir la información. Y cuando pedíamos constancia de que no querían recibirla o una causa de por qué, nos decían: “No la recibimos, punto”. Después salen diciendo que no estaba al día esa información. Es lógico, si no la reciben es imposible. Había una posición tomada de antemano creo de mantener en la vulnerabilidad y la duda a nuestras instituciones.

¿Qué pasos piensan seguir ahora los jesuitas frente a estas confiscaciones del gobierno nicaragüense?

Estamos estudiando la posibilidad de algún reclamo en instituciones internacionales, llámese la ONU en la parte de Derechos Humanos o la OEA en América Latina. Creemos que ha sido una medida arbitraria e irregular. Entonces estamos estudiando con abogados la posibilidad de hacer un reclamo internacional pidiendo la devolución de lo confiscado.

¿Creen que puede prosperar un reclamo así?

En general los estados muy autoritarios no le hacen caso a la ONU o a la OEA. Pero sí creemos que es importante que conste una opinión fundada e independiente de cómo ha sido el procedimiento de confiscación. No puede ser que una violación de derechos o una ofensa a una institución se haga con una acusación falsa y quede ahí nada más. Las instituciones internacionales por lo menos ayudan a dejar sentada la verdad. Y posteriormente, porque esta dictadura no va a ser eterna, se pueden hacer reclamos sobre algo que tiene fundamento legal.

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Usted fue rector de la UCA de El Salvador, donde en 1989 presenció el asesinato de ocho personas, incluidos seis sacerdotes jesuitas. ¿Hay algún punto de comparación entre lo que ocurría en aquel momento en El Salvador y lo que pasa ahora en Nicaragua?

El punto de comparación es el autoritarismo y el estilo incapaz de establecer diálogos y buscar soluciones pacíficas. En el caso salvadoreño había una guerra civil. Pero siempre la reacción es eliminar la voz del disidente, del que quiere paz, diálogo y una solución negociada del conflicto. En Nicaragua, cuando las grandes manifestaciones de 2018, la UCA era partidaria del diálogo y de garantizar una salida del régimen pacífica, porque había ya un hartazgo de la población: que hubiera elecciones libres, cosa que después no sucedió. Esas posiciones de diálogo y búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos irritaban profundamente a los sectores militares en particular en El Salvador, que eran los que dirigían la guerra, y a los sectores gubernamentales en Nicaragua, que son los que dirigen la represión también. Es el punto de contacto, aunque los contextos históricos han sido distintos.

¿Ve una similitud en la forma de actuar que tenía el gobierno de El Salvador en aquel momento con cómo actúa el gobierno de Ortega?

Pues sí, el modo violento. Distinto tipo de violencia, pero el modo violento y también el modo de tergiversar la verdad. Una de las cosas que conseguimos con mucho esfuerzo fue que se reconociera que el Ejército salvadoreño había matado a los jesuitas. La versión del gobierno era que el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) los había asesinado. Creo que los sandinistas también mienten: dicen que no teníamos al día los datos de la personería jurídica y acusan a la UCA de terrorismo, cuando lo que hizo fue más bien en un momento proteger la gente a la que estaban disparando las fuerzas militares y policiales, además de insistir en el tema del diálogo y la solución pacífica de los conflictos. La mentira es un punto de coincidencia impresionante en estos dos hechos.