Publicado el 08-10-2024 en UCC

Estamos midiendo nuestra huella de carbono

Soledad Perfumo, vicerrectora de Innovación y Desarrollo, nos contó detalles de este proceso, y las acciones y proyectos enmarcados en la política ambiental institucional.

En busca de información necesaria para mejorar las políticas de sustentabilidad y de cuidado de la “casa común”, nuestra Universidad inició el proceso para medir su huella de carbono, lo que permite conocer cuánto y de qué manera impacta en el ambiente toda su actividad.

Para saber detalles de este proceso y de los proyectos que tiene la UCC vinculados con la ecología, entrevistamos a la vicerrectora de Innovación y Desarrollo, Soledad Perfumo.

-¿De dónde surge esta iniciativa de medir la huella de carbono de toda la Universidad?

-Surgió, principalmente, como una respuesta a nuestro Plan de Desarrollo Institucional. Nos propusimos, como un eje estratégico de la UCC, trabajar en el impacto ambiental. Lo que estamos llevando adelante es el desarrollo y la formalización de una política ambiental en la Universidad, y el establecimiento de mecanismos concretos para el seguimiento y el impacto de esta política. Además, la UCC participa en un ranking mundial que se llama Greenmetric World University Ranking, un instrumento de medición del impacto ambiental específico para las universidades, que la UCC coordina en Argentina.

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-¿Quiénes y cómo se lleva adelante esta medición?

-La medición de nuestra huella de carbono la realizamos con un equipo interno. En la Católica tenemos alojado el Instituto de Recursos Naturales y de Sustentabilidad de doble dependencia UCC-Conicet, que está liderando este proyecto. Además, estamos en un proceso de verificación con el IRAM , siguiendo la norma ISO 14064-1, que nos está acompañando para el cálculo. Es un proceso que lleva mucho trabajo de recopilación y procesamiento de datos, por eso requerimos el acompañamiento y la participación de toda la Comunidad universitaria. No solamente para brindarnos los datos que nos hacen falta, sino, también, para ayudarnos a recolectar la mejor información, que no depende internamente de la Universidad, sino de la cotidianeidad de cada uno de nuestros estudiantes, docentes, investigadores y colaboradores administrativos. Es un esfuerzo en comunidad.

-Se necesitan calcular un montón de datos: no sólo cuánta energía eléctrica se consume, sino, también, cuánto combustible de origen fósil utilizan los vehículos en los que se moviliza los que integran la Comunidad universitaria, porque eso también contamina…

-Exacto. Cuando uno mide huella de carbono, mide lo que se llama “emisiones directas”, lo que es totalmente controlable por la Universidad, que son datos son internos y que tenemos nosotros. Pero también hay “emisiones indirectas” vinculadas con los consumos energéticos, generación de residuos, o consumo de combustible por los desplazamientos de la Comunidad. De esto último depende de cuánto es la distancia que recorren las personas para llegar a los distintos edificios y espacios de la UCC, en qué tipo de vehículo vienen, si comparten o no comparten vehículos, y todo eso incide, en definitiva, en el resultado del cálculo.

-¿Por qué es tan importante para la Universidad medir su impacto en el ambiente?

-Es un propósito de gestión y también académico. Es un eslabón más en la mirada de la gestión ambiental. Desde la perspectiva de gestión, estos indicadores, principalmente la huella en este caso, nos van a ayudar a definir ciertas prioridades en proyectos de intervención. Fundamentalmente, en lo relacionado con la gestión de recursos. Somos una universidad jesuita y, en línea con lo que nos pide el papa Francisco en la encíclica Laudato si’, tenemos y queremos propiciar el cuidado de la “casa común” desde el lugar que nos toca incidir en la sociedad, esto es, desde nuestras funciones esenciales de formación, investigación y responsabilidad social universitaria (RSU). Nuestro propósito es que estos proyectos tengan impacto curricular, de concientización, en la producción científica o en la vinculación tecnológico-social. Entonces, lo que conozcamos sobre nuestra huella de carbono nos ayudará a priorizar acciones, y estas acciones las vemos como un medio para lograr el impacto social que pretendemos. Queremos ser conscientes y hacer consciente a nuestra comunidad del impacto ambiental que generan nuestras acciones.

-¿Qué ejemplos de “impacto social” podés compartirnos?

-Puede ser formar profesionales para empleos “verdes”, apoyar a comunidades con alguna vulnerabilidad, generar células biológicas para remediación de bosques arrasados por incendios, por citar algunos ejemplos. Siempre está este propósito dual, no solo el impacto ecológico de la acción, sino, a su vez, el impacto académico y de transmisión a la sociedad a la cual pertenece.

-¿Se busca que esta “preocupación ambiental académica” atraviese todas las carreras y todos los proyectos de la UCC?

-Para nuestra Universidad el abordaje del impacto ambiental no es nuevo. No está comenzando ahora con la medición de la huella de carbono. Esto es un granito de arena más en nuestro compromiso con el cuidado de la Casa común a largo plazo. Tenemos muchos proyectos en ejecución, algunos específicos de lo que es nuestro core, que es la formación, a través de cursos de formación continua o eventos académicos vinculados con temas medioambientales. En lo académico, no solo para las ciencias naturales, sino para todas las disciplinas en general. Por ejemplo, tenemos cursos de bienestar animal en nuestra Facultad de Ciencias Agropecuarias; de políticas energéticas, cambio climático y cooperación internacional, en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales; de biotecnología ambiental, ética y legal, en la Facultad de Ciencias de la Salud; un seminario de humanidades ambientales en la Facultad de Filosofía y Humanidades. Hace dos o tres semanas, nuestros estudiantes de Derecho hicieron una actividad muy linda, para el cuidado de la “casa común”, con pares de otras universidades. En resumen, desde lo formativo es totalmente transdisciplinar. Y también tenemos muchos proyectos comunitarios sostenibles desde la RSU, del cual participan nuestros estudiantes, como por ejemplo un programa que fomenta el acceso a energía en lugares desfavorecidos y suburbanos en la localidad de San José del Boquerón, en Santiago del Estero o en el Paraje de La Candelaria.

-¿Qué se está haciendo e investigando en la UCC en materia de sustentabilidad?

-Además del Instituto de Recursos Naturales y Sustentabilidad UCC, que ya mencioné, tenemos el Instituto de Derecho Ambiental, que lidera la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales; el Instituto Bioclimático de Proyecto, que lidera la Facultad de Arquitectura y Diseño. Y nuestro Centro de Reproducción Animal, que es de donde nació la raza bovina San Ignacio, de la que se ha hablado en otras oportunidades. Y no solo nos quedamos hacia adentro, sino que buscamos generar oportunidades de vinculación tecnológica para acompañar al sector socioproductivo en el desarrollo de soluciones a los problemas de sustentabilidad que tienen algunas empresas. Estamos trabajando actualmente con la empresa Verdeflor en la generación de un proyecto de innovación y manejo de conservación de especies aromáticas en Córdoba (“peperina” y “menta”). Y no podemos ignorar lo que se hizo y se hace en nuestro Campus universitario, con gran parte de sus 80 hectáreas de superficie cubierta de vegetación, mucha de ella autóctona. El bosque nativo, donde preservamos la biodiversidad, la flora local y todo lo que se genera alrededor de eso, con políticas internas de conservación y preservación; tenemos nuestro Jardín Botánico “Gaspar Xuárez”; tenemos algarrobales muy bien cuidados a lo largo y a lo ancho del Campus. Y tenemos un proyecto muy grande que está en la agenda de la Universidad, que es el de instalar un parque experimental fotovoltaico para transformar la matriz energética del Campus y para generar investigación aplicada y formación alrededor de esta temática.