Publicado el 10-06-2024 en UCC
Los 68 años de la UCC y el efecto Pigmalión
Ante el nuevo aniversario, nuestro vicerrector de la Comunidad universitaria, P. Dr. Pablo Lamarthée S.J., propone redimensionar y agradecer la tarea y la misión.
Como la Universidad Católica de Córdoba cumple este año 68 años de vida, te propongo recurrir a una imagen simbólica para redimensionar, con toda su grandeza, la hermosa tarea que esta casa de estudios viene realizando durante todas estas décadas. Así podremos reconocer y agradecer tanto bien realizado.
La mitología griega, en la obra La Metamorfosis, de Ovidio, cuenta la historia de Pigmalión, un rey que era creador de esculturas. Puso tanto amor, pasión y esfuerzo en la creación de sus obras, que terminó enamorándose de una de ellas: la estatua de Galatea.
A partir de este relato mitológico, tanto la psicología como la pedagogía hablan del “efecto Pigmalión”, es decir, esa influencia o incidencia positiva que alguien puede ejercer sobre las personas. Debido al esfuerzo, la entrega y la pasión en la tarea, las personas desarrollan sus mejores capacidades y salen a luz todo su potencial. Porque cuando ponemos alma, vida y corazón en esa obra de arte, aparece toda su mejor versión.
Saber, entrega y pasión
En estos 68 años, todas las personas que han venido trabajando en la Universidad Católica de Córdoba vienen creando conjuntamente sus esculturas. Por esculturas me refiero, simbólicamente -claro está-, a esos egresados y egresadas que, año tras año, salen al mundo para transformarlo y mejorarlo por medio de su trabajo profesional. Pequeñas esculturas que, con su ciencia y compromiso, colaboran, como agentes multiplicadores, en la creación de un mundo mejor.
Tanto las y los docentes como quienes están a cargo de las cuestiones administrativas, las autoridades y el personal de apoyo han puesto mucho saber, mucha entrega y mucha pasión en la tarea educativa.
Cada vez que la universidad trasmite conocimientos y exige el mayor rendimiento académico a los alumnos, sus esculturas van adquiriendo la mejor forma y perfección. Con el cuidado y el seguimiento de cada estudiante, sumado al acompañamiento pastoral personalizado, se van reparando sus fisuras y sanando las fragilidades de cada obra en crecimiento.
La preocupación por una formación humana e integral le termina aportando sensibilidad, compasión y responsabilidad social. Así es como se va ejerciendo el efecto Pigmalión, con cincel y martillo, dedicación y entrega, va apareciendo la mejor versión de cada estatua, va mostrando toda su capacidad, su belleza, su mejor potencial.
Podemos estar orgullosos, aunque nunca del todo satisfechos, por esta hermosa tarea educativa de tantos años. Han pasado muchos Pigmaliones por nuestra Universidad; vaya el mejor reconocimiento y el mayor agradecimiento para cada uno ellos. Porque todos ellos, enseñando y exigiendo, amando y perfeccionando, guiando y conduciendo, han sacado obras de arte increíbles, personas que hoy están en nuestro mundo dando todo de sí, amando y sirviendo a la sociedad.
¡Cómo no enamorarse de esta nueva creación! Y algo más grande todavía: gracias al efecto Pigmalión, paciente y comprometido, podemos darle mayor sentido y trascendencia a nuestra tarea educativa, elevándola, dignificándola, amándola.
P. Dr. Pablo Lamarthée S.J., vicerrector de la Comunidad universitaria.