Publicado el 01-03-2025 en Posgrado
Bruno Rova Bagilet, el teólogo que humaniza empresas
Testimonio. El CEO de Existential y estudiante de nuestra Maestría en Teología busca dignificar a las personas en el mundo empresarial.
Bruno Rova Bagilet tiene 43 años y es egresado de la Universidad Católica de Córdoba en Relaciones Internacionales, actualmente estudia la Licenciatura y Maestría en Teología.
En simultáneo, Bruno es CEO de Existential, una compañía de alto rendimiento humano, y CHO (Chief Humanity Officer) en Winclap. Su labor en el sector privado consiste en "humanizar", entrenando existencialmente a personas, equipos y organizaciones para visualizar, comprender y gestionar la complejidad humana. Su propósito es tan desafiante como revolucionario: “Hacer del trabajo una experiencia que verdaderamente dignifique al hombre”.
Conversamos con él sobre su paso por la UCC, la experiencia que atraviesa actualmente como maestrando en Teología y su misión en el mundo empresarial.
¿Por qué decidiste estudiar la Maestría en Teología, cuál fue la motivación inicial?
-Quisiera comenzar desde el verdadero origen. La razón fundamental por la que hoy estoy finalizando la maestría es el impacto que tuvo en mi vida conocer a Jesús.
Cuando era niño no tenía fe ni experiencia religiosa. Fue hasta mis 13 o 14 años que, por una razón providencial y sin que ocurriera nada extraordinario, me di cuenta de que Jesús era una persona y que me llamaba a seguirlo, a vivir con Él, a trabajar en su empresa: el Reino.
Desde ese momento, puedo decir que los colores adquirieron otra intensidad y los sabores, una frescura distinta. Fue como volver a aprender a vivir. Conocer a Jesús no solo significó salir de algunos lugares oscuros de mi infancia, sino también la inmensa experiencia de entrar en el Reino.
Esta experiencia, aunque podríamos decir divina, fue profundamente humana. Constaté que cuanto más cerca buscaba estar de Dios, más evidente se hacía mi humanidad. Me enamoré de Jesús como rostro humano de Dios y rostro divino del hombre, como supo decir San Juan Pablo II.
Creo que, aun si no tuviese fe, igualmente buscaría en los evangelios esa densidad de verdad que no encuentro en ningún otro lugar. En ellos se esconde y se manifiesta la invitación a ser plenamente humanos.
Pasé varios años en experiencias de formación religiosa hasta que, finalmente, me consagré como laico consagrado, anunciando el Evangelio en las desafiantes arenas del sector privado, en el mundo empresarial. Sin embargo, por mi propia experiencia, comprendí que conocer a Dios y buscar acercarme a Él era un camino seguro para proponer un horizonte de humanización.
Así fue como, en el marco de mis tareas y compromisos, elegí emprender la Maestría en Teología.
En tu experiencia, ¿cuál ha sido el mayor desafío intelectual o espiritual que has enfrentado en esta carrera?
-La teología, por momentos, me ha provocado vértigo en esta búsqueda de una perspectiva que, de algún modo, intenta balbucear algo sobre Dios, sobre la humanidad, sobre el camino que ésta recorre para acercarse a Él y sobre ese Dios que, primero, se acercó para hacernos capaces de Él.
Estudiar teología implica estar dispuesto a ser un odre nuevo, capaz de recibir el vino nuevo de la reflexión y de las insinuaciones del Espíritu. La teología me ha invitado a abrirme a la novedad siempre desafiante de un Dios que ensancha nuestra humanidad.
Creo que esto es lo que más amo y, al mismo tiempo, más me cuesta de la teología: dejar la seguridad de mis cosmovisiones y refugios mentales para ser encontrado por el Dios de la vida.
Suele asociarse a la teología con la formación clerical, pero también tiene aplicaciones en educación, ética, política, incluso en el mundo de las organizaciones. ¿Cómo ves el papel del teólogo en el mundo contemporáneo fuera del ámbito religioso?
-Como supo decir el Papa Pablo VI, la Iglesia debe ser especialista en humanidad. La teología es una reflexión desde la humanidad y para la humanidad, asistida por la presencia de Aquel que quiere devolvernos nuestro verdadero rostro humano: nuestro Creador y Salvador, que se hizo hombre para que nada de lo humano quede fuera de Dios.
La Encarnación es la razón fundamental por la que la teología debe comprometerse con todas las realidades humanas: las ciencias, el arte, la cultura, la política, la economía… todo lo que somos y hacemos como seres humanos.
El teólogo debería ser capaz de develar lo más legítimo, bueno, bello y verdadero que hay en las sociedades, en las culturas y en los acontecimientos humanos. Como la sal, debe resaltar el verdadero sabor de toda experiencia humana; y como la luz, ser capaz de evidenciar la realidad y darle su mayor esplendor.
Estamos al servicio del Reino, y el Reino es la presencia de Dios en el mundo.
¿Cómo planeás aplicar los conocimientos aprendidos en este posgrado en tu vida profesional y personal?
-Durante mi camino de formación como teólogo, me sentí llamado a adentrarme en las desafiantes esferas del sector privado y el mundo empresarial. Experimenté el dolor de una pandemia silenciosa, pero global: el dolor laboral. ¿Cuántos de nosotros hemos sufrido, y seguimos sufriendo, la violencia de un trabajo sin sentido, de condiciones económicas inhumanas, de exigencias que terminan por arrebatarnos la vida?
Me gusta pensar que un indicador claro de nuestra existencia es cómo nos sentimos el domingo por la tarde. Es, quizá, uno de los momentos más grises que muchos hemos experimentado. Son horas en las que nos enfrentamos al inicio de una semana en la que, tristemente, nos exiliaremos de nosotros mismos, para reencontrarnos recién el viernes por la tarde y experimentar, al menos por un par de días, una limitada sensación de libertad.
Creo que el dolor laboral, por su extensión y profundidad, debe convertirse en un lugar teológico desde el cual anunciar una buena noticia: es posible hacer del trabajo una experiencia que verdaderamente dignifique al hombre. Este ha sido mi compromiso durante casi una década y, hoy, finalmente, he logrado construir una empresa que ayuda a personas y organizaciones a construir una existencia auténticamente humana.
Se trata de una empresa de entrenamiento existencial, cuyo propósito es que nuestras vidas personales e institucionales no sólo valgan la pena, sino que valgan la vida.
Quisiera impactar en las empresas de tal manera que, si Jesús tuviera que usar una parábola para explicar el Reino, pudiera decir: “El Reino es como una empresa en la que…” Ese es mi compromiso: hacer que las empresas sean tierra fecunda donde el Reino se exprese.
Seguí formándote. Conocé nuestra propuesta de posgrado en Maestría en Teología.