Publicado el 06-03-2024 en UCC
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Por la defensa de los derechos reconocidos y por los que aún nos faltan.
Por Erika Saccucci*
La lucha por los derechos de las mujeres cuenta con una extensa historia en occidente, marcada por grandes victorias y duros embates. Una de las arremetidas más álgidas fue el asesinato de 129 mujeres que reclamaban por mejores condiciones laborales en una fábrica textil en Estados Unidos. Ese cruel episodio marcó un antes y un después en el mundo, el establecimiento del día internacional de “la mujer”. Desde ese entonces, esta efeméride es sinónimo de memoria, reivindicación y lucha.
En Argentina el movimiento de mujeres ha demostrado ser potente y prolífero, especialmente a partir del regreso de la democracia. En efecto, quienes construimos conocimiento desde la ciencia política y la sociología hemos identificado que las mujeres organizadas son en la actualidad uno de los actores sociales más dinámicos y con mayor capacidad de movilización, de construcción de agenda pública y de proyectos políticos alternativos. El resultado ha sido la consagración de Argentina como uno de los países con mayor progresividad en materia de derechos humanos y sociales. Solo por nombrar en clave histórica algunos de estos logros: el derecho al voto, al divorcio, a nuestra autodeterminación, desnaturalización de estereotipos, leyes de cupo, reconocimiento de las disidencias sexuales, poner la violencia de género en el centro de la agenda pública y la sanción de leyes al respecto de la necesidad de formación y sensibilización de funcionarios en general y de la justicia en particular.
Hemos logrado enormes y valiosos cambios en la sociedad que exigen un nuevo modo de relacionarnos, libre de violencias y desigualdades. Sin embargo, el camino que queda por recorrer es mucho y las estadísticas así lo demuestran: de acuerdo a datos de la Defensoría del Pueblo de la Nación, en 2023 una mujer fue asesinada cada 27 horas, es decir, 322 mujeres en solo un año. Estos datos alarmantes llaman la atención sobre la necesidad de continuar la visibilización y la lucha.
Uno de los aspectos que el movimiento de mujeres viene señalando es la importancia de abandonar el singular y pasar al plural: “las mujeres”. Parece un cambio menor, pero no lo es, es sustantivo. Supone partir de la idea de que las mujeres somos muchas y diversas y también lo son nuestras experiencias de vida y de opresión. Reivindicar la diversidad es un acto político de gran trascendencia que busca construir aquí y ahora el mundo que deseamos, justo, libre, plural y equitativo.
En esta tarea las universidades tienen mucho por hacer: propiciar espacios libres de violencia, de trato igualitario, formar profesionales conscientes y críticos que puedan multiplicar acciones en pos de la igualdad y acompañar la trayectoria de estudiantes que además trabajan y/o son madres para que puedan efectivamente egresar.
Reivindicar los cambios sociales logrados hasta el momento supone también bregar por su protección y defensa. Nos toca enfrentar un momento histórico de tensiones, donde algunos discursos buscan el desmantelamiento y negación de los derechos de las mujeres y disidencias. Sin embargo, la semilla por la igualdad, el empoderamiento y la democracia fue plantada hace tiempo y sus frutos no podrán ser cercenados. Por ello, este 8 de marzo, reivindicamos el día de las mujeres como un día de conmemoración, por la defensa de los derechos reconocidos y por los que aún nos faltan. Porque juntas somos marea y pariremos un mundo más justo.
*Docente de nuestra Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Integrante del Colectivo de Investigación “El llano en llamas” (UCC/UNC), Investigadora Asistente del CONICET radicada en UCC-Unidad Asociada