Publicado el 07-01-2025 en Universidad Nacional de Rosario (UNR)
Para la ultraderecha las víctimas ya no son consecuencia de acciones políticas, hay voluntad de victimizar
Nuevos escenarios con el protagonismo de los liderazgos de ultraderecha, el sentido ideológico del voto, el paso preocupante del discurso descortés al de la incivilidad que niega todo derecho a quien piensa distinto. Y el fenómeno de los gobiernos espejo, que responden solo a sus votantes duros.
A principios de noviembre de 2024, Mario Riorda, politólogo y activista de la comunicación política, como se define, estuvo en Rosario para el Congreso sobre Democracia organizado por la UNR y, en diálogo con Un programa perfecto, trazó algunas características del nuevo paisaje político y los riesgos para el sistema democrático tal como históricamente fue definido. Nuevos liderazgos, nuevas formas de adhesión política de los ciudadanos, omnipresencia de las tecnologías de comunicación y una comunicación política que toma tal protagonismo que llega a opacar lo que le da sentido: la misma política.
Riorda se preocupó por dejar en claro que es un obsesionado por despejar “tantos reduccionismos en los que cae la comunicación política” y, como contrapartida, porta el deseo de “explicarla en su complejidad y profundidad, de quitarle la liviandad con la que se reviste”. Así, dejar expuestos los efectos que conlleva, “pocas veces buenos”.
Hay un discurso contra identitario: «no se bien lo que soy, pero no soy vos»
Es que, aclaró, “la comunicación política y la política son inseparables, toda política tiene un costado público que la conecta con la sociedad“. Y, sin embargo, hay una percepción de que van por caminos independientes.
Quien lo dice preside la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice) y dirige la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Austral. Además, fue decano en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba. Participó en más de 170 procesos electorales y asesoró a más de 80 gobiernos en América Latina. También fue o es consultor para organismos multilaterales y profesor de posgrado en numerosas universidades de América Latina, España y Estados Unidos, además de haber escrito 18 libros.
Liderazgos y sensaciones de poder ilimitado
¿Por qué la política y su comunicación parecen escindidos? “Lo que sucede hoy es que, además de una voluntad exagerada de ciertos liderazgos, no sólo el del presidente Javier Milei, con una importancia dada al acto comunicativo que tapa el significado político y una industria que parece no tener un límite de potencialidades ahora aumentada exponencialmente por la inteligencia artificial, da la sensación de que tiene un alcance abrumador y puede impactar en cualquier terreno por el solo hecho de pretenderlo“, describe Riorda los nuevos escenarios.
De ahí, sigue, surgen características relativamente nuevas como los procesos deliberados de desinformación, la financiación de la política y estilos crecientemente antidemocráticos, que van generando una especie de velo sobre el acto político poniéndolo bajo sospecha a cada rato.
Ultra derecha y motivación del voto
“Hoy, con los gobiernos ultra radicales de derecha, pasa algo que es muy preocupante. Si bien la comunicación política está de moda y todos hablan de ella con o sin conocimiento, el área más extensa de la ciencia política es la política pública, que en esencia es la de un buen gobierno. Pero mucho voto de derecha no se rige por eso, por la calidad de la política pública, sino por una argamasa ideológica que muchas veces se logra constituir. Es una comunicación que teje lazos de radicalidad en términos ideológicos que torna más interesante apoyar a quien esté cercano desde el punto de vista ideológico independientemente de cuán bien gobernó, y entonces se constituye un voto en ese sentido”, continúa Riorda con el desglose de los nuevos entramados de la escena pública.
Ya no es el histórico discurso político descortés, lo nuevo es la incivilidad, que niega derechos a quienes no estén dentro del núcleo del consenso
Pone ejemplos sobre el voto impulsado por la sintonía ideológica en detrimento de lo que se juzga como un buen gobierno. Mauricio Macri, recuerda, encaró su proceso de reelección en 2019 con aproximadamente el 29% de imagen positiva y sin embargo obtuvo el 40.3% de los votos. Perdió, pero un alto porcentaje de quienes lo respaldaron en las urnas no valoraban positivamente su gestión presidencial. Otros casos, fuera de las fronteras, son los de Donald Trump, con un tercio de imagen positiva y casi la mitad de los votos frente a Joe Biden en las anteriores elecciones de Estados Unidos, y el de Jair Bolsonaro en Brasil.
El discurso contra identitario y los gobiernos espejo
Algo similar, dice Riorda, sucede con Milei en su primer año de gestión. “Cuando uno analiza gran parte de los argumentos que sostienen el apoyo al presidente, independientemente de la cifra, responde no sabe no contesta. Es un dilema que se ubica en lo que se llama el discurso contra identitario: «no se bien lo que soy, pero no soy vos». Gran parte del electorado de Milei se considera no peronista, no kirchnerista o no zurdo, una cantidad de «no» contraidentitatrios”.
Para Riorda, ese respaldo se retroalimenta en lo que denomina gobiernos espejo: “No se piensan en función de toda la población sino como reflejo de su propio votante. Porque el resto no son «personas de bien». La representación está direccionada al núcleo de votantes”. No es un fenómeno exclusivo de Argentina, aclara, pasa en otros muchos países y “es preocupante, porque depende de quién esté en el poder decide quién es sujeto de pleno derecho, por ser su votante y por lo tanto persona de bien, y quien no por ser parte del mal“.
De la descortesía a la incivilidad
¿La agresividad del discurso político es una exacerbación de históricas formas indeseables o es algo nuevo? Para el politólogo, se cruzó una frontera y no se trata de cantidad sino de calidad. “Históricamente, la discusión política tiene un componente que se puede describir como de descortesía. Chicaneos, hasta insultos, un modelo como el de José Luis Espert, de un grado alto de provocación, pero que no pasa del maltrato. Lo nuevo es la incivilidad, una línea divisoria que niega derechos a quienes no estén dentro del núcleo del consenso“, describe el paisaje que irrumpió hace poco.
“No son considerados ciudadanos plenos y son estigmatizados por pensar distinto, por ser mujer, o ciudadano de otro país, por un color de piel diferente. Es decir, xenofobia, misoginia, racismo e incluso divergencia política que quitan la condición de otredad con el agregado de la humillación, castigo y hasta sufrimiento. Es la base que sustenta el gobierno espejo, se gobierna para los propios”.
La voluntad de victimizar
Riorda remite a un concepto del libro Teoría del acto icónico”, del crítico cultural alemán Horst Bredekamp: la víctima ya no es consecuencia de una confrontación, en este caso política, sino que generar víctimas es una decisión previa al acto. El deseo de “que sufran“, anterior, por ejemplo y en estos casos de gobiernos de derecha extrema, a los ajustes que revierten conquistas sociales y derechos de todo tipo conseguidos mediante largos procesos.
Son, destaca Riorda, “liderazgos avasallantes que se animan a hacer cosas que otros no se atrevían. Incluso, por fuera o reordenando el límite de lo democrático”.
El modo libertario puro como el que pretende instalar Milei, es “un experimento global rompe con buena parte de los consensos que sostienen la institucionalidad estatal“, advierte el politólogo.
“Si se pensó que era una exageración en el marco de la campaña electoral, se está convirtiendo en realidad. Los límites en los que se confiaba no existen y se va hacia lo inimaginable“. No hay antecedentes en la historia, salvo experiencias que terminaron con actos de violencia institucional, como el asalto al Capitolio en Estados Unidos y su correlato brasileño con los seguidores de Bolsonaro.
Del lado de la sociedad, el panorama no es menos desalentador, completa Riorda. Y menciona un estudio de Latinbarómetro y otro de la universidad estadounidense de Vanderbilt que coinciden en que de 18 países de Latinoamérica analizados, en 14 está derrumbada la creencia en la democracia. También la confianza en los partidos políticos y, lo más grave, está en picada la credibilidad de las elecciones como factor de selección de los gobiernos.
Medio Publicado: Universidad Nacional de Rosario (UNR)
Temática: UCC
Autor/Redactor: Redacción
Fecha de Publicación: 07-01-2025