Publicado el 01-09-2023 en La Voz del Interior

¿Qué y quién es Javier Milei?

Por Juan Carlos Vega (*)

Milei funciona en la sociedad argentina como un despertador. Ha logrado decir en voz alta y clara aquello que está silenciado y cancelado. Pero hasta allí llega. Otra cosa muy diferente es darle el gobierno de un país.

Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania vivió una década en un infierno social y económico. Era la República de Weimar. Los marcos alemanes servían para empapelar las paredes. Había hiperinflación, hambre, corrupción y desesperanza. El Tratado de Versalles impuso brutales indemnizaciones de guerra. Todos los recursos económicos de Alemania tenían como destino el pago de la deuda por la Primera Guerra Mundial.

En ese contexto histórico, aparece una fuerte voz alemana que expresa la indignación social. El voto bronca.

Ese outsider alemán que se oponía con toda razón a la casta política de la República de Weimar era Adolf Hitler. Del otro lado ideológico estaba Josef Stalin, en la Rusia Soviética. Dos mesianismos avalados por una indignación social legitima frente a la corrupción y al fracaso de las clases dominantes en Alemania y en Rusia. La República de Weimar y el zarismo.

Los mesianismos políticos tienen la virtud y la habilidad de saber expresar las humillaciones sociales y de denunciar la corrupción de las clases dominantes. Y reciben el voto popular. Pero, inevitablemente, cuando gobiernan fracasan, y con sangre.

Es inevitable mencionar este ejemplo histórico como si fuera un espejo retrovisor que nos advierte lo que pasó hace 90 años.

LA CRISIS ARGENTINA

Pero el miedo al pasado no significa que tengamos que silenciar la realidad del hoy. La crisis argentina es una crisis de decadencia económica, cultural, moral y judicial. Hemos sido traicionados y humillados por igual por gobiernos de supuesta izquierda progresista y de derechas neoliberales. El “problema argentino” no es ideológico ni monetario. Es un mismo sistema de construcción de poder impregnado de corrupción el que ha fracasado.

Y ahora aparece Javier Milei y nos propone enterrar a la casta política y colocarnos bajo la protección de Estados Unidos y de Israel.

Tres parecen ser sus propuestas centrales: dolarizar la economía, cárcel a los corruptos y supresión de ministerios.

El 12,5% del producto interno bruto argentino (PIB) es el gasto estatal, que va desde lápices hasta helicópteros. Y la mayoría de esos gastos se hacen por concesiones privadas de obras y servicios, y no por gastos directos de ministerios.

Los sobreprecios, los sobornos, el enriquecimiento ilícito y el lavado de activos están principalmente en las concesiones de obras y servicios públicos. Milei nada nos dice tampoco de la Justicia. Gran responsable de la crisis por la impunidad que garantiza a los delitos del poder político, económico y sindical.

La falsa tesis de la tercera instancia, avalada por la burocracia jurídica del garantismo argentino, es lo peor. Únicamente en Argentina sucede que para tener una sentencia firme y de cumplimiento efectivo sea necesaria una sentencia de la Corte Suprema. Y a la Corte Suprema sólo pueden llegar los ricos y poderosos. Nada menos que 14 años dura un proceso judicial por corrupción en Argentina: prescripción liberatoria.

Milei se olvida también de que la política es un accionista minoritario en la fiesta de la corrupción.

El poder económico y el poder sindical son los accionistas mayoritarios. Allí está el huevo de la serpiente.

Pero el discurso de Milei es útil y sirve a los argentinos para despertar reacciones sociales dormidas y domesticadas. Somos una sociedad que avala y tolera vicios horribles, como son la corrupción y la prepotencia en el ejercicio del poder. Hay sectores de la sociedad que avalan la corrupción como necesaria para financiar la lucha contra el neoliberalismo.

Milei funciona en la sociedad argentina como un despertador. Ha logrado decir en voz alta y clara aquello que está silenciado y cancelado. Pero hasta allí llega.

Otra cosa muy diferente es darle el gobierno de un país. Un país democrático y que, a pesar de todo, quiere un orden social basado en la ley.

Este es el debate argentino de hoy: cómo lograr cambios estructurales de un sistema de poder impregnado de corrupción y con fuerte aval social silencioso, sin caer en el vacío violento de gobiernos mesiánicos.

No hay ninguna posibilidad de que tengan éxito programas económicos o monetarios de dolarización o de ajustes inevitables en una sociedad con un 82% de desconfianza en la Justicia. No se puede recuperar confianza en la moneda argentina si no se recupera confianza en la Justicia argentina y en la ley.

*Abogado por la Universidad Católica de Córdoba y licenciado en Sociología por la Universidad de Lovaina

Medio Publicado: La Voz del Interior

Temática: UCC

Autor/Redactor: Juan Carlos Vega

Fecha de Publicación: 01-09-2023