Publicado el 30-04-2023 en La Voz del Interior

Los dólares sin fronteras

Por Gisela Veritier (*)

Mientras el Gobierno busca, con un alto costo, tranquilizar el mercado cambiario, crece el debate interno sobre la dolarización de la economía. ¿Cómo les fue a los países que la adoptaron?

Fue una semana en la cual el dólar blue subió a ritmos frenéticos, con intervenciones en los mercados con las reservas del Banco Central (BCRA) –por fuera del acuerdo con el Fondo–, con un ministro de Economía que viajó a Washington a renegociar préstamos, y con un hecho económico y geopolítico trascendental: comenzar a recibir yuanes para transacciones comerciales, en vez de dólares.

Fue una semana de locura, en la que se habló de manera incesante de la dolarización de la economía.

Este es un tema que se viene colando en la agenda y con el que algunos candidatos políticos inundan de reels las redes sociales para referirse a esta herramienta como un mantra de sanación para frenar la alta inflación argentina.

Recientemente, tuve la posibilidad de participar en una entrevista televisiva y pude ver que cuando les consultaban a los ciudadanos si era necesaria esta medida, todos respondían afirmativamente.

Sin embargo, cuando se los consultaba sobre de qué se trataba la medida, las respuestas eran de lo más diversas: cuánto sería el salario en dólares, de dónde se iban a sacar los dólares, o bien que no sabían si era el modo de salir de este descalabro.

Todas las respuestas eran más interrogantes que certezas.

Veamos de qué se trata.

La idea y la adopción del dólar estadounidense como moneda oficial surge en países agobiados por la inflación y por falta de una moneda estable. Implica eliminar la moneda nacional y, por lo tanto, la posibilidad de llevar a cabo una política monetaria independiente, como así también su capacidad de ajustar el tipo de cambio.

De hecho, la dolarización suprime la política monetaria como instrumento de política económica, lo que podría aumentar la credibilidad al eliminar la posibilidad de financiar el gasto con emisión monetaria. Por otro lado, podría limitar la capacidad del Gobierno para hacer frente a los shocks económicos.

Los economistas del FMI Andrew Berg y Eduardo Borensztein escribieron en diciembre de 2000 el documento “Plena dolarización: ventajas e inconvenientes”.

Allí postulan que la decisión sobre qué sistema cambiario adoptar ha ganado en complejidad, a medida que los países se han ido integrando cada vez más en el comercio y en los mercados de capitales mundiales.

La más reciente de esas soluciones es la plena dolarización, en virtud de la cual un país abandona oficialmente su propio patrón monetario y adopta como moneda de curso legal la moneda más estable de otro país, en el caso más corriente, el dólar estadounidense.

El atractivo principal es que elimina el riesgo de devaluación fuerte o repentina del tipo de cambio del país. Por otro lado, sopesar las ventajas y los inconvenientes se complica, debido a una falta de experiencia histórica y extendida en el largo plazo.

Lo cierto es que considerar una dolarización plena posee aspectos que pueden ser positivos, pero otros negativos, por lo que se debe evaluar cuidadosamente antes de decidir si es adecuada para la situación específica de nuestro país.

Algunos impactos sobre las principales variables económicas son:

Inflación. Se aduce que la dolarización se percibe como un cambio institucional irreversible hacia condiciones de baja inflación, responsabilidad fiscal y transparencia. En este sentido, puede ayudar a reducir la inflación, al anclar las expectativas de precios a una moneda estable.

Sin embargo, esto también implica que el país pierde su capacidad de ajustar la oferta monetaria para controlar la inflación y hacer frente a los choques externos e internos.

Tipo de cambio. La dolarización fija el tipo de cambio y elimina la volatilidad cambiaria, lo que podría reducir la incertidumbre y aumentar la estabilidad macroeconómica mediante la promesa de un mercado más estable.

Sin embargo, el país también pierde su capacidad de ajustar el tipo de cambio para mejorar su competitividad externa y hacer frente a las grandes oscilaciones de las corrientes internacionales de capital causadas por fuertes fluctuaciones del ciclo económico en las economías con mercados emergentes.

Por otro lado, pensar en cuál debería ser el tipo de cambio de convertibilidad llevaría a pensar en un valor del dólar alto para que este pueda ser competitivo, con el riesgo de que este aumento se traslade a precios.

Déficit fiscal. La dolarización podría limitar la capacidad del Gobierno para financiar su déficit fiscal a través de la emisión de moneda y aumentar así la disciplina fiscal.

Sin embargo, esto no ocurrió en la década de 1990 en la Argentina, cuando no sólo no se redujo el déficit, sino que, al no poder emitir, el faltante se financió con deuda externa, y se tornó insostenible hacia 2001, lo que provocó la salida del régimen de convertibilidad de tipo de cambio fijo.

Crecimiento económico. Por un lado, si aumenta la estabilidad macroeconómica, podría aumentar la confianza de los inversores, y fomentar la inversión y el crecimiento económico.

Por otro, la falta de política monetaria y de instrumentos de ajuste macroeconómico podría limitar la capacidad del Gobierno para estimular el crecimiento.

Pobreza. Si la dolarización logra estabilizar precios y reducir la inflación puede colaborar para que las personas con ingresos fijos recuperen poder adquisitivo. Por el otro, si la devaluación que fija el tipo de cambio se traslada a precios, produce el efecto contrario sobre el poder adquisitivo, aumentando la pobreza.

DOLARIZACIÓN: ¿QUÉ EXPERIENCIAS HAY EN EL MUNDO?

A lo largo de la historia, varios países han adoptado el dólar estadounidense o han intentado dolarizar su economía. Entre estos países, podemos describir, brevemente, el caso de Panamá, Ecuador, El Salvador y Zimbabue.

Panamá. Con una economía de 4,3 millones de habitantes, adoptó el dólar estadounidense como moneda oficial en 1904, tras la construcción del Canal de Panamá. Es un país más bien pequeño que mantiene estrechas relaciones históricas, políticas y económicas con Estados Unidos. La dolarización ha sido ampliamente considerada como un éxito, porque ayudó a estabilizar la economía y a reducir la inflación, pero no quedó exenta de shocks externos.

Ecuador. Su economía, en la que viven 17,8 millones de habitantes, se dolarizó en 2000, en un intento por combatir la hiperinflación y la inestabilidad económica.

En los primeros años, se observó una reducción significativa de la inflación, pero también se produjo una disminución en la capacidad del Gobierno para ajustar la economía en momentos de crisis. Al día de hoy, la dolarización en este país goza de gran apoyo popular.

El Salvador. Con una economía de 6,3 millones de habitantes, adoptó el dólar estadounidense como moneda oficial en el año 2001, tras una crisis financiera. La dolarización ayudó a estabilizar la economía y a reducir la inflación.

Como en los casos anteriores, también ha limitado la capacidad del Gobierno para llevar a cabo una política monetaria independiente para influir en las crisis económicas.

Zimbabue. Adoptó el sistema en 2009, para sus 16 millones de habitantes, tras una hiperinflación y una crisis económica. Sin embargo, la dolarización no logró estabilizar la economía, llegando a tener en febrero de 2019 una inflación mensual del 57%. Eso lo llevó a abandonar el tipo de cambio fijo 10 años después (en 2022 reportó una inflación de 339% anual).

Los shocks exógenos (sequías, ciclones, pandemia) sumado a diversos errores en la aplicación de políticas económicas llevaron a una alta inflación con una pronunciada recesión.

Como se puede observar, las experiencias de dolarización han sido diversas y los resultados han sido mixtos. En algunos casos, ha ayudado a estabilizar la economía y a reducir la inflación.

En otros, la falta de adopción de políticas económicas coherentes llevó a una devaluación posterior y a salida del régimen del tipo de cambio fijo.

Una regla general es el límite a la capacidad del Gobierno para llevar a cabo políticas económicas independientes, influir en los ciclos económicos y hacer frente a los shocks externos e internos. Por eso, cada país debe evaluar cuidadosamente los costos y los beneficios de la dolarización, antes de adoptarla como política económica.

A su vez, una devaluación plena para un país de 45 millones de habitantes y con diversas economías regionales en toda su extensión debe ser analizada minuciosamente en términos de competitividad y de impulso a estas economías regionales.

Considerando todas estas experiencias e impactos, se observa por otro lado una “desdolarización” por parte del Gobierno nacional. Por lo que vimos en la última semana, hubo un cambio de estrategia, con la que intenta salir de la carrera hacia los “dólares sin fronteras”, buscando obtener “yuanes sin fronteras” al permitir pagar U$S 1.000 millones en importaciones con esa moneda.

Pero eso será materia de otro capítulo.

*Economista, MBA, directora general de Icda, de la Universidad Católica de Córdoba (UCC)

Medio Publicado: La Voz del Interior

Temática: ICDA

Autor/Redactor: Gisela Veritier

Fecha de Publicación: 30-04-2023