Publicado el 19-05-2024 en Perfil

"Creemos más en los horóscopos y en los terraplanistas que en la ciencia y eso es preocupante"

El astrónomo jesuita José Gabriel Funes se licenció en astronomía en 1985. Luego entró a la Compañía de Jesús y se ordenó como sacerdote. En 2006 el Papa Benedicto XVI lo nombró director del Observatorio Vaticano. Tras su regreso a Córdoba, se desarrolla dictando clases en la Universidad Católica de Córdoba y se enfoca en Inteligencia Artificial.

u primera vocación apareció cuando era aún un niño: quería ser astrónomo. José Gabriel Funes había nacido en 1963 y su primera adolescencia estuvo signada por la época dorada de la Nasa: en 1969 Estados Unidos había enviado al primer hombre a la luna.

Más tarde hizo la licenciatura en la Universidad Nacional de Córdoba y ya en sus últimos años universitarios empezó a sentir también una vocación religiosa “e inmediatamente pensé en los Jesuitas”, dice.

Tras dos años de noviciado, se dedicó al estudio de las Humanidades: “Filosofía, un año en el Colegio de El Salvador en Buenos Aires y Teología en Roma; fui ordenado sacerdote y después hice el doctorado en Astronomía en la Universidad de Padua”, agrega.

En 2000 empezó a trabajar en el Observatorio Vaticano, donde asumió la dirección de la institución seis años después.

¿Cómo conjugás ciencia y religión?

–Nunca lo viví como una contradicción. Ser católico no es cerrarse a la ciencia. Creo que el conflicto entre ciencia y religión se remonta a Galileo, si uno quiere entender cómo surge el ateísmo y el secularismo en la sociedad actual, hay que mirar ahí.

¿Podrías ampliar?

–El conflicto empieza por la independencia de los italianos contra los Estados Pontificios. Había tensiones entre la Italia que emergía como nación y el Vaticano. En ese momento, la Iglesia fue acusada de oscurantista y de oponerse al desarrollo científico. En 1891, el Papa León XIII funda el Observatorio Vaticano para demostrar que no sólo no se oponían al desarrollo de la ciencia sino que la promovían. El Observatorio creció y se abrió un segundo centro de investigación, en Arizona.

¿Y cómo llegás a dirigirlo?

–El Observatorio está en manos de los jesuitas. El padre general propone nombres al Papa y en 2006 fui nombrado por Benedicto XVI.

¿Cuánto tiempo estuviste ahí?

–Del 2000 al 2015. Y como director, desde 2006.

¿Cómo fue la experiencia?

–Muy enriquecedora. El Observatorio no es de los más grandes pero es muy respetado; allí se hace una escuela de posgrado para astrónomos de todo el mundo. Tuvimos como invitados a profesores como Didier Queloz, premio Nobel de física. Y desde el punto de vista humano tuve la oportunidad de viajar a distintos países, como Irán y Taiwán.

En virtud de tu experiencia en el Observatorio, ¿creés en la existencia de otras civilizaciones?

–En 2009, que fue el año internacional de la Astronomía porque se cumplieron 400 años de cuando Galileo apuntó el primer telescopio al cielo, organicé un congreso sobre astrobiología en la Pontificia Academia de las Ciencias, academia que tuvo entre sus miembros a Stephen Hawking. Y cuando volví al país entré al Conicet con el proyecto de investigación: la búsqueda de vida inteligente extraterrestre, desde un punto de vista multidisciplinar. Y publicamos el libro ‘La búsqueda de vida inteligente extraterrestre’; yo soy el editor y además uno de los autores. Pienso que es probable que haya vida pero no tenemos ninguna prueba. Si encontráramos aunque sea una forma muy primitiva de vida, por ejemplo una bacteria en Marte, sería asombroso y significaría que la vida es más común de lo que pensamos.

Lo cual me lleva a la pregunta del Génesis: para la ciencia el principio fue el Big Bang y para la teología la creación es obra de Dios.

–En la Iglesia católica no leemos literalmente la Biblia, eso lo aprendimos gracias a Galileo. Hoy casi nadie en la Iglesia sostiene que Dios creó al mundo en siete días. Esos textos fueron escritos hace más de tres mil años. Creo que con la ciencia vamos a descubrir cómo se originó el Universo. Y eso no contradice la idea de que Dios sostiene todo este proceso y le da vida. La ciencia es una perspectiva, la fe es una interpretación a la luz de la palabra de Dios. A veces puede haber contradicciones. Pero acá hay otro problema más serio.

¿Cuál?

–El descrédito que tiene la ciencia. Ahora parece que tienen más autoridad los terraplanistas que los científicos y se pone en discusión lo obvio. Parece que creemos más en los horóscopos y eso es preocupante.

¿A qué lo atribuís?

–Creo que es falta de educación. Y el problema es global. Es parte de un cambio de era. Cada vez leemos menos y pensamos menos. Es más fácil ver videos.

¿Qué responsabilidad tiene la tecnología?

–Por sí misma no avanza ni atrasa, somos los seres humanos y cómo la utilizamos. Internet nos ha igualado, da lo mismo un burro que un gran profesor y eso es porque falta formación crítica. No estoy en contra del desarrollo de la IA pero hay que ser críticos. Nosotros acá estamos trabajando en ese sentido con un grupo de investigación sobre el futuro de la humanidad, pero los cambios son cada vez más rápidos.

¿El futuro es apocalíptico?

–Dependerá de nosotros. Porque a esto se suma el cambio climático, inundaciones, temperaturas, epidemias. La IA, bien usada, podría ser de gran ayuda pero, ¿cómo aseguramos que las máquinas o quienes estén detrás de ellas, les den objetivos para el bien? Eso requiere discernimiento. Hay una cuestión muy gruesa y es la pregunta: ¿qué nos hace ser seres humanos?

¿Y qué nos hace seres humanos?

–Que somos seres sociales, espirituales, curiosos, generamos relatos.

¿La IA no tiene estas cualidades?

–Bueno, genera relatos. Y cuando no da una respuesta correcta se dice que alucina, ¿nosotros no damos respuestas incorrectas, no alucinamos? Pero para dar una visión esperanzadora y como creyente, creo que el desafío es encontrar a Dios en este momento histórico. Y la educación es muy importante. Se necesita algún tipo de regulación para que las empresas que desarrollan estas tecnologías, donen parte de sus ganancias a educación.

Un pedido muy razonable pero utópico.

–Sí, pero fijate que cuando fue el Covid tuvimos la vacuna en tiempo récord porque hubo colaboración de todos los sectores. Entonces es posible. Hay que alertar que si no invierten en esto, no van a tener mundo dónde gastar la plata que están ganando. Es una cuestión de supervivencia.

Medio Publicado: Perfil

Temática: UCC

Autor/Redactor: Guillermina Delupi

Fecha de Publicación: 19-05-2024