Publicado el 17-12-2023 en La Voz del Interior

Una colaboradora “24x7″ del mundo empresario cordobés: “No busqué protagonismo, mi vocación es ayudar”

Entre las mujeres y hombres de empresas de Córdoba, cuesta encontrar a uno que no sepa de quién se trata cuando se nombra a Myrian. Los 35 años que Martínez lleva trabajando como engranaje central de la Fundación Mediterránea la han convertido en un vaso comunicante entre figuras del mundo de los negocios, del poder político en sus diversos estamentos, de ámbitos académicos y de toda clase de organizaciones de la sociedad civil.

Dueña de una agenda altamente cotizada, hizo efectivos, por ejemplo, encuentros entre los titulares de la Fundación Mediterránea y todos los presidentes en ejercicio en estos 40 años de democracia, incluyendo un par de “mano a mano” con Cristina Fernández de Kirchner. Siempre, con bajo perfil: “Desde atrás, nunca queriendo ser primera”, insiste.

Sin embargo, como actual presidenta de la fundación E+E, integrante de la organización Jean Maggi, directora ejecutiva de la Mediterránea y a punto de finalizar una Maestría en Gestión Política en la Universidad Católica de Córdoba (UCC), no baja la persiana a ocupar, en un futuro, la primera fila: “Me han ofrecido varias veces participar en política, pero hasta ahora dije que no. Hasta ahora”.

–¿Cómo se sumó a la Fundación Mediterránea?

–Creo que era mayo de 1988, yo vivía en Córdoba porque estaba estudiando Analista de Sistemas, y en la Peatonal me encontré con el doctor José Castro Garayzábal, que fue director ejecutivo de la Mediterránea durante años; muy amigo de don Pedro Astori. Tenía campos en la zona donde yo crecí, Capilla de Sitón, un pueblito del norte de 300 habitantes; y conocía a mi familia. Me contó que trabajaba en la Mediterránea y me invitó ir cuando yo quisiera, a utilizar la computadora que tenía para hacer mis trabajos prácticos. Al poquito tiempo me invitó a trabajar en la institución, y desde ese día la historia de mi vida cambió.

–Sin embargo ya se había animado a un cambio antes: es fuerte pasar de un lugar de 300 habitantes a la ciudad de más de un millón.

–Varios, porque hice la primaria en mi pueblo, en la escuela 24 de Septiembre, donde mi mamá era docente y directora. Pero tuve la suerte y el privilegio de ser su alumna de primero a sexto grado. Como ella era la directora, no quería que yo fuera ni abanderada ni escolta porque era su hija, entonces decidió que cursara el séptimo grado en Villa del Totoral, la cabecera departamental a 70 km de mi pueblo. Fue muy duro para mí porque viví un desarraigo de todo tipo: familiar, de amistades.

–No se podía ir y venir a diario...

–No había transporte público, ni aún hoy lo hay. Tampoco teléfono ni electricidad en mi pueblo por entonces. Así que veía a mis padres el fin de semana. Vivía en casa de familias muy amigas de ellos en la semana, gente a la que le estoy muy agradecida. Tenía 11 años.

–Imagino que a su pueblo ya no regresó a vivir...

–No, al año siguiente empecé el secundario en Totoral, y cuando hacía cuarto año conocí al que hoy es mi esposo, Walter, que iba a otro colegio técnico agropecuario allí. Los dos terminamos al mismo tiempo y nos vinimos a Córdoba capital a estudiar en 1986. Yo me instalé en un pensionado de señoritas.

–En los años ‘80 le gustaban las computadoras, una adelantada...

–Si, empecé Ingeniería en Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), y mi marido Ciencias Agropecuarias en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Pero ese año hubo paros prácticamente todos los días; era la época del doctor Raúl Alfonsín. A fin de año no tenía nada para mostrar en la libreta, no tenía exámenes finales, todo paralizado. Y recuerdo que un día salí de mi pueblo para rendir una materia, había llovido tanto, tanto que tuve que caminar 26 kilómetros en el barro hasta Cañada de Luque. Ya no había transporte así que esperé en el camino con el bolso a que alguien me llevara a Totoral, ahí esperé horas y tomé el colectivo y como a las 12 de la noche llegué a Córdoba para enterarme, por una amiga, que había arrancado un paro a la medianoche y no tomaban examen.

–Durísimo...

–Una gran decepción. Ahí me juré que si algún día tenía un trabajo, nunca iba a faltar porque hacerlo es faltar el respeto a la gente, y nadie sabe lo que sucede detrás de cada persona. Allí también con mis padres decidimos que no podíamos seguir así, entonces busqué otro lugar donde aprender algo que me gustara. Lo más parecido era Analista de Sistemas en el instituto Pascal, y me pasé.

–En la Mediterránea empezó hace 35 años, ¿cómo era la institución?

–El presidente era don Piero Astori, el papá de Pía, actualmente nuestra Presidente. Domingo Cavallo era canciller. La fundación ya tenía sus filiales en el interior, NOA, NEA, Litoral, Cuyo, Buenos Aires y Comahue. La integraban personas destacadas del mundo empresarial cuya voz era fuertemente valorada por los gobiernos. Yo era como un pulpo que hacía de todo, aprendía, me vinculaba con todo el mundo. Y fui asumiendo más tareas y responsabilidad.

–Ya lleva años de directora ejecutiva, ¿cómo fue su camino?

–Ingresé prácticamente cadete, luego era la secretaria de la institución. En mis labores tenía que llamar a empresarios como Amalia Fortabat, Cartellone, Pescarmona, don Pascual Mastelone, además de los cordobeses que todos conocemos. Me atendían muchas veces ellos y me convertí en ‘Myrian de la Mediterránea’. Cuando Castro se jubiló, llegó como director ejecutivo Héctor Paglia, y él me propone empezar a viajar a todas las filiales. Allí el empresariado empezó a conocerme físicamente. Más tarde, con Fulvio Pagani hijo, fui designada directora ejecutiva, a fines de los ‘90, y aún lo soy.

–Imagino la agenda que construyó a lo largo de los años...

–(Risas) Sí, me hacen bromas como “quisiéramos tener el celular de Myrian”.

–Aunque sabemos que no se trata de tener el número, sino de que te atiendan cuando llamás...

–Claro, es la vinculación. Eso no es de un día para el otro, a esos vínculos hay que construirlos y sobre todo cuidarlos, mantenerlos siempre vivos.

–Eso que dice es clave, porque mantener puertas abiertas insume más trabajo que abrirlas por primera vez.

–Es así, todo un trabajo, una mirada, un deseo genuino de interesarse en las personas, considerarlas. Yo mantengo muy buena relación con gente que ha sido embajador, ministro, etc. Sigo en contacto aunque no estén en funciones, estoy en momentos en que me necesitan. Ese capital se construye y no tiene nada que ver con el dinero; depende de cada uno de nosotros. A mi siempre me gustó brindarme a los demás, resolverle problemas. Es mi vocación.

–Asumió como directora en los años ‘90. En esa década la Mediterránea tuvo la mayor inserción en la gestión de un Gobierno, bajo el liderazgo de Cavallo. ¿Cómo recuerda esa experiencia?

–Fueron más de 70 personas que salieron del Ieral, recibidas con los mejores promedios; estudiosos que analizaban los temas económicos y transformaron al país en esa década. El objetivo central de la Fundación era estudiar los problemas económicos y proponer soluciones para presentarlas a la dirigencia política, con el fin de que toda la sociedad viva mejor. Y lo sigue siendo.

–¿Qué ve en común entre esa experiencia y lo que se intentó con Carlos Melconian este año?

–Creo que los esfuerzos de la institución por aportar al bien común son permanentes. Desde que se recuperó la democracia, yo personalmente he tratado de concretar reuniones con todos los presidentes y la conducción de la Fundación, y lo logré. Siempre fue en beneficio de todos, llevando propuestas; no para el presidente de turno de la Mediterránea. Así seguiremos trabajando.

–¿Ha cambiado la mirada de la institución con el paso de los años?

–No los objetivos, porque son tan claros que es imposible modificarlos: el bienestar de todas las personas, el bien común. No somos una cámara. No trabajamos por un sector, sino por todos.

–El capítulo “Melconian”, ¿deja algún aprendizaje? ¿Cree que valió la pena el esfuerzo?

–Sí, claro, sí vale la pena porque los trabajos económicos están y son de los socios, de la institución. Se los llevamos a muchas personas en los distintos poderes. Al Congreso. Seguiremos trabajando como lo hemos hecho durante 46 años. Los informes económicos que realiza el Ieral todas las semanas también son muy valiosos, los reciben personas en todo el mundo.

–¿Qué alcances tienen?

– Llegan a 2.000 empresas, instituciones, periodistas aquí, en Estados Unidos, Europa. Son leídos en lugares como el Tesoro estadounidense, embajadas, empresas internacionales. Muchos de ellos solicitan ampliarlos muchas veces. Los socios los valoran mucho. Es un trabajo científico, elaborado por profesionales de altísima calidad.

–Conoce profundamente al empresariado cordobés y al de otras regiones, ¿es cierto que el local tiene rasgos distintos?

–No digo que sea mejor o peor, pero sí creo que se diferencia muchísimo de las demás regiones en el sentido de que aquí se trabaja mancomunadamente entre lo público y lo privado. Es un rasgo muy propio e importante de Córdoba. Yo misma pertenezco al ecosistema emprendedor, y como nueva presidenta de la Fundación E+E apuesto a eso. Llevo dos meses y de inmediato nos reunimos, por ejemplo, con los rectores de todas las universidades para hacer convenios de capacitación.

–¿Cuál es su principal objetivo allí?

–Junto a todo el equipo y el consejo, nos propusimos lograr la gran revolución de impulsar a mil emprendedores. Pusimos un número para tener un objetivo concreto. También vamos a constituir una base con todos los que ya pasaron por E+E.

–En esa presidencia releva a Belén Avico, hoy diputada de Juntos por el Cambio. ¿Pensó en participar en política?

–Me han invitado varias veces a participar.

–¿Le ofrecieron candidaturas?

–Sí, en más de un espacio político. Pero hasta el momento dije que no.

–El “hasta” suena a puerta entreabierta. ¿Le gusta la función pública?

–Me gusta la acción, me gusta esto de resolver problemas a la gente, la agilidad en esos procesos. Yo no puedo concebir que un empresario compre una máquina para producir y generar trabajo y no la puede ingresar a su país, no la pueda pagar. Si pudiera estar en ese tipo de situaciones, estoy segurísima de que lo resolvería.

–Participa también de la dirección de la fundación Jean Maggi, que entrega bicicletas adaptadas a personas con discapacidades motoras...

–Sí, Jean me invitó y hace tiempo soy parte, hace una excelente labor. Ya ayudó a muchísimos niños y adultos con dificultades, y lo seguirá haciendo. Ahora, gracias a una donación importante, estamos construyendo la propia fábrica de bicicletas.

UNA EJECUTIVA QUE NO OLVIDA A LOS AMIGOS

Nombre. Myrian Martínez (55)

Casada con. Walter.

Hijo. Marco.

Últimos estudios. Cursa el tramo final de una Maestría en Gestión Política en la Universidad Católica de Córdoba (UCC).

Cargos. Directora ejecutiva de la Fundación Mediterránea desde la década de 1990. Presidenta de la Fundación E+E e integrante de la conducción de la Fundación Jean Maggi.

Le gusta. “Divertirme compartiendo tiempo con amigos”.

Medio Publicado: La Voz del Interior

Temática: ICDA

Autor/Redactor: Florencia Ripoll

Fecha de Publicación: 17-12-2023